Numinor: EL VIAJE DE PROTEO

Ángel Agustín Almanza Aguilar

16 / Mayo / 2018

Sin tomar ni tener en cuenta alguna medida del infierno, comencé mi viaje por las estelas; contemplaba la enormidad y la pequeñez de la palabra, la imagen del mito y la visibilidad del silencio. La democracia seguía escandalizando en su dilema ético y la violencia política; el trabajo con la tierra

El país ante la rebelión y los nuevos umbrales de la escritura. Lesiones. La novela que escribe la utopía conlleva siete aforismos y una disquisición sobre el cuerpo: El excremento, mientras está en nosotros, es aceptado; no está separado de la unidad del microcosmos; aislado, asusta y repugna, por el olor del alma desnuda y anónima que exhala. O, bien: Hay un esperma psíquico, dice Paracelso, secretando por el cuerpo astral, procreador de íncubos y súcubos: Lilith queda encinta psíquicamente

La literatura, como milenario sacerdocio, sobre todo la poética –eterno ‘viaje argonáutico’- es escritura necesaria para aclararnos, como siempre, el camino que conduce –‘como siempre’- de una puerta a otra, que al abrirla, al final, descubre nuestro encuentro en el mismo centro de nuestras reflexiones, y la salida tarda en aparecer y nos deja, por lo general, en un lugar completamente diferente al que se pensaba

El mal y lo sagrado; la razón del absurdo de Ionesco; la musa inalcanzable en la lujuriante selva de la memoria convulsa. El poder de las fábulas y la trayectoria de la bruma: Es solo rock pero me gusta

Dijo el rapsoda:

Yo viví con una mujer

de pechos blancos y menudos,

que se engarzaban dóciles

a las resecas cuevas de mi cuerpo.

Tal escribió el vate –no el incauto y lerdo baturro aspirante a triunfador de protervos e intelectualoides certámenes de poesía huecos y tendenciosos-.

Eran notas (perdón por la digresión) de un diario: cuentos médicos y serpentarios; un escribir tras las rejas. Arqueología de alguien que deletrea Los indios no quieren llorar. Moneros irredentos metidos a poetas, como el buen recordado Ahumada: Me gusta ver pasar los sueños colectivos.

Entre el Cielo y la Tierra, alguien combate la calvicie, con altos vuelos. Es una etnología de la soledad, un verse entre canciones, con la Obra abierta: Mis palabras al hablar de la casa, se agrietan unta mis ojos con aceite, para que al conocerte me conozca. (Octavio Paz). Y sí, es como enfatizaba Xavier Rodríguez Ledezma: Una pasión lo domina, y es la que lo hizo escribir.

Digresión segunda: Sentimientos de frustración ante la despótica corrupción del poder en sí y el cinismo de la impunidad galopante. El pueblo no quiere pasteles versallescos sino justicia y honradez.

En estos modernos e inmorales Reyes Sol, protagonistas de la Dictadura Perfecta. Y en este reinado de complicidades descaradas bailan una sarta, una runfla de aduladores y depredadores de las riquezas del país, empresarios, industriales, clérigos, líderes sindicales y demás

¿Dónde estás ‘Excalibur’?

Pues, bien, tuve el privilegio de volver a saludar al ínclito y egregio médico Arturo Camarena Flores, allá donde tiene su negocio ‘Óptica Allende’ –la mejor y más profesional del Estado- y, como siempre, el corto tiempo de dialogo fue sustancioso, sobre todo en el tema del inquieto ‘Club Quetos’, del cual expresó que la dirección del hospital del ISSSTE lo tiene sólo como rumor, pero, como dicen en el rancho, cuando el río suena es que agua lleva. Y es que tal vez también ignore (el encargado de la farmacia) que como no hay medicamento –el que está en el cuadro básico- alguna despachadora entrega sólo una caja de grajeas, en lugar de las dos cajas prescritas por el médico tratante. De aquí que, mientras se regulariza el envió semanal de esta medicina, algunos pacientes olvidados por sus sindicatos se han agrupado en el autodenominado Club Quetos. Y sí, en efecto, un familiar mío fue a urgencias y el doctor de guardia le recetó Omeprazol y Tribedoce, y la encargada de la farmacia adjunta surtió la orden pero ya con el producto abierto y el contenido incompleto. Esto no se vale.

Bueno, pues le agradecemos los libros que nos regalaron –obsequios que ya han llenado dos buenos estantes. Uno de ellos, ‘Material de lo Inmediato’, de René Avilés Fábila (Colección ‘Periodística Cultural’), es el que queremos comentar, claro que no todo, deteniéndonos en el capítulo segundo, en el trabajo titulado ¿Por qué, para qué y cómo escribo?

Nos dice que, en 1977, Emmanuel Carballo llevó a cabo una encuesta entre la mayoría de los escritores mexicanos publicados y con alguna reputación. El cuestionario era sobre aquellas preguntas. Avilés contestaría. Según ese orden, lo siguiente: ¿Por qué escribo?... por una necesidad imperiosa; no puedo dejar pasar muchas semanas sin hacerlo eso es hoy. En el principio redactaba un cuento sólo ocasionalmente y lo hacía para ser diferente decir que tengo cosas importantes que trasmitir resulta una soberana pedantearía. Cualquier hombre que haya () tomado en serio su tarea de vivir, tiene cosas importantes que contar. Mejor es explicar que uno, como literato, posee una visión del hombre y de la cultura que permite llegar a un cierto grado de profundidad; escribo en un intento de marcar el paso de mi existencia, buscando la manera de perpetuarme. Mis libros son mis hijos que andan por allí, en espera de una valoración, de un juicio, que me permita saber si sobrevivirán o serán enterrados conmigo. También puedo decir que () se trata de acusar históricamente a una sociedad enferma () llena de injusticias, sin libertad hay siempre críticas al capitalismo que conocí lo hago lleno de amores y odios. En momentos he caído en el solo grito sin eco, es un riesgo que acepto hasta sus últimas consecuencias.

¿Para quién escribo? Para nadie en especial para personas que me rodean, dos o tres. Uno quisiera escribir para todo el mundo, pero esto es un absurdo, especialmente en un país semianalfabeto, enajenado y de valores reñidos con el arte. Jamás pienso en públicos numerosos; no pienso en ningún lector, y si de pronto hay tiempo, pienso en los más exigentes. Nuestras mayorías son analfabetas y quienes saben leer optan, en el mejor de los casos, por Bets Sellers, novelas rosa y sandeces por el estilo. Si yo fuera cubano o soviético, otra sería mi respuesta.

¿Cómo escribo? Cuando logro la idea la historia que deseo narrar (puede llegar como estímulo externo o como algo incubado en mi propio cerebro), lo maduro de prisa y en ocasiones tomo algunas notas. En seguida le otorgo un género: cuento, novela. Por último, antes de lanzarme a la redacción, medito sobre la estructura de la obra, el andamiaje que sostendrá; siempre aparece un fondo político, un tanto burlón, carente de metáforas, pero en el discurso hay grandes alegorías, sátiras, parábolas, casi todos los elementos que utilizan los humoristas en su afán de zaherir a la sociedad.

Pasiones antiguas, como testigos del tiempo presente; jóvenes de rostro monacal y sonrisa irónica, afincados en provocativas sorderas: Tanto para nada. Todo un tren cargado de recursos, con las razones de la ruptura. La escritura de la mirada, como dialogo abierto; poesía mística, testimonio de tinieblas; un sentirse errante por la agradable orilla, sin crímenes ni castigos. Imágenes instintivas de ávidas divas junto al piano, con dos rostros de la llama, de frente y perfil: toda una lucha por la responsabilidad. El problema de la democracia: ¿qué es la ‘democracia’?...

La puesta en escena es un hecho poético, una forma breve de la perfección (¡?), un ensayo provocador; un Derecho del Paciente. Absurdas calamidades y amores de película, irreverencias de interpretación: la madurez a la intemperie es la palabra y vida, un arrancar la arena al reloj con pensamientos y letras, como condenados del tiempo.

La prosa del mundo y su ‘Salivero’ (Ignacio Trejo Fuentes) reconquistan Aztlán. La poesía está en la calle, en la otra cara de lo cotidiano, y el poder, libre de babosa emoción, es figura y desfiguro: ¿representación o espejo?... VERBA MANENT. Y así, en esa trasparencia recordé a R. M. Rilke: Me sorprendo algunas veces de la facilidad con la que abandono todo lo que esperaba por lo real, incluso si es peor. Terredad, disección del mito, arte de escribir, sagas de un viaje al oscuro infinito; lunas amargas. Mágico universo de herejes y santos, obstinación de prometéicas pandoras; embarcaderos y astilleros de paraísos cíclicos: oralidad superviviente de añejas metamorfosis y obsesivas trasmutaciones de ángeles y demonios. Escrituras de antes y después; murallas caídas, brasas de nihilismos, un sentido de los escombros, una mezcla de procesos: idearios del exilio y el viaje. Es como una culminación de realidades y remodelación de la barbarie: bocanada de números y esfinges.

La conversión en uno mismo es un cuento del canto, como una pulsión de ambigüedades (lo quirial)): dicen que la distancia es el olvido tan lejos y tan cerca ¿todo amor es trágico?... Trasiegos apresurados tras el Dédalo (Dédalo, Dédalo, por favor sic!) que dentro llevamos como Prosa Prosaica. Son sensualidades de lengua absuelta en un mundo no tan raro que se vé, se siente, pues afuera tú no existes: en la poesía sólo tendría que haber lugar para quien abre un espacio a sí mismo, para quien se arriesga a comprometer su talento en auténticas exploraciones. (Carlos López Beltrán).

Por espesor y nudo (no Gordiano), la poesía es un eco, y es que, ¿cómo gravita socialmente la locura? ¿Se busca el vértigo existencial? Isaac Mendoza Vázquez expresa: estamos cansados del estupor y sin refugio ante la incertidumbre, lo impredecible y este continuo, eterno diluvio de estulticias. Son caras de una misma moneda. Se trata de despertar a otros (¿de qué?), al otro, a nosotros mismos. Insisto: el vértigo existencial

Como las reflexiones en un tren nocturno, o el perdón de los beatos. Urge, pues, romper el silencio con la escritura que revela, entre agujeros y bartolinas: ¡Ah/Oh/Um, el Maistropiero!...

La libertad sagrada del arte; la búsqueda del Vaso de Fuego, del Grial.